dos fuentes de agua

Las religiosas Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada, han nacido en estos tiempos lanzados hacia un exterior materialista, para dar ante nuestro mundo un testimonio vivo de fe en la Sagrada Eucaristía. Tenemos como ideal, imitar en nuestra vida interior y exterior la vida que lleva Jesús en el Santísimo Sacramento, ofreciéndonos en oblación de amor, estrechamente unidas a la Víctima Sagrada del Altar, para la mayor gloria de su Eterno Padre (Constituciones).

Con la celebración diaria de la Liturgia de las Horas, participan las Esclavas pública y oficialmente en la oración y en la alabanza del Corazón de Jesús al Padre. Cada religiosa tiene ante el Santísimo dos horas de adoración: una durante el día y otra durante la noche. A esta última se le da un matiz especial de reparación.

¡Estar con Jesús! es el anhelo de toda Esclava del Santísimo.

Es también el espíritu del Instituto esencialmente mariano, viviendo cada día con mayor verdad y plenitud su consagración de Esclavas de María Inmaculada, e inspirándose para ello en los sentimientos del Corazón virginal de la que se llamó a sí misma la Esclava del Señor (Constituciones). Es la esclavitud mariana, un grado superior de filiación.

La Congregación está puesta bajo la protección de la Santísima Virgen en el misterio de su Concepción Inmaculada; la ilusión de su imitación llena nuestras vidas.

“La vida contemplativa de los religiosos estaría incompleta, si no estuviera orientada hacia un amor filial a la que es Madre de la Iglesia y de las almas consagradas”. (Juan Pablo II).

claustroA diario la invocamos con el rezo completo del Santo Rosario. El Ángelus se canta solemnemente las tres veces litúrgicas, y todas sus fiestas las revestimos de la mayor alegría, solemnidad y amor.

Bajo la dulce sombra de la Señora pasan silenciosos los días de la esclava, y con la mirada fija en su Madre Inmaculada se sienten fuertes y seguras en su peregrinar hacia Dios.

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